La pasión de Miriam Pérez Mendoza

El pasado viernes “de dolores” se iniciaba la que en el mundo católico se conoce como “Semana Santa” y en el mundo laico una estupenda oportunidad para descansar de los trabajos precarios (quienes tenemos la suerte de tenerlos). Esta semana es conocida por rememorar la “Pasión” de Jesús de Nazaret, pero también el término «pasión» alude a vivos afectos sentidos hacia alguien o algo o a la acción de padecer, entre otros significados recogidos en el DRAE.

Y pasión es lo que no le falta a Miriam Pérez Mendoza, en sus distintas acepciones. Desde el 12 de marzo esta mujer, pasional y apasionada, lleva acampada en la puerta de la denominada “Casa Sindical” en S/C de Tenerife y en huelga indefinida de hambre reclamando su readmisión en un sindicato, UGT, que paradójicamente la despidió a ella y a trece personas más fruto de un ERE injusto.

Tras 15 años de trabajo, un sindicato como UGT que debe defender los derechos de la clase trabajadora, después de escándalos económicos como el de FUNDESCAN al que estuvo vinculado, se deshace de algunas de sus mejores trabajadoras con la excusa de la crisis. Crisis que nunca parece afectar a quienes dirigen los sindicatos, los partidos, los gobiernos, los bancos o cualquier otro tipo de entidad. Siempre pagamos lxs mismxs, lxs de abajo, las trabajadoras y trabajadores honradas/os.

Ante la respuesta judicial que se eterniza, Miriam decide llevar su activismo a una situación extrema: la defensa de sus derechos jugándose su salud y su vida. Porque Miriam no es de medias tintas, Miriam es una mujer valiente. Miriam es una mujer coherente, honesta.

Conocí a Miriam hace relativamente poco, casualmente, en la presentación de una revista feminista, aunque a ella le repelía cierta clase de feminismo (no me extraña). Con Miriam descubrí el activismo en otras causas y ella descubrió en Contramarea que otro feminismo es posible. Nos aliamos casi de inmediato. Me gustó aquella mujer fuerte, defensora de los derechos de lxs más vulnerables, derechos de ciudadanía, animalista, pacifista, ecologista, y sí, feminista (aunque a ella aún le dé reparo nombrarse así y a las feministas con pedigrí les genere urticaria), luchadora de causas que no creemos perdidas, cuestionadora de todo lo que le parece injusto. Comprometida al máximo con lo que cree, voluntaria de múltiples causas, sindicalista (de las de verdad, no como aquellxs que la despidieron), de izquierdas, progresista,…

Hoy Miriam, tras ser activista de las causas de otros/as, está comprometida con una causa, la suya (aunque sin dejar las nuestras), hoy más que nunca quienes contamos con su apoyo para nuestras causas tenemos el deber ético de apoyar la suya. Por reciprocidad, por justicia.

En estos días se enfrenta a una semana crítica, una semana de pasión, de padecimientos que ya está comenzando a sentir como consecuencia de la huelga de hambre. Los próximos días serán clave en la resolución de su causa antes de que su salud se deteriore de forma irreversible. Porque ella, aunque su familia y sus amigas/os insistamos en lo contrario, está dispuesta a llevar su protesta a las últimas consecuencias. En Contramarea no nos podemos permitir el lujo de perder a compañeras tan comprometidas como Miriam, que en el año escaso que lleva con nosotras ha demostrado sobradamente su apoyo y compromiso con la igualdad.

Hoy leía en Facebook un comentario de alguien que no conozco, José Ramón Rodríguez Pérez, pero que comparto totalmente (y sin su permiso, espero que no se moleste):

Miriam es una inquieta activista social. Se enrabieta y lucha contra todo lo que ella considera injusto. Es solidaria más allá de lo que sería «políticamente correcto», no se queda en el gesto, ella lucha de verdad, se compromete, se moja, se empapa. Miriam lucha por un puesto de trabajo y en su lucha, con ella, tiene a su lado a mucha gente, a su familia, a sus amigas y amigos, a organizaciones y militantes que le han manifestado su apoyo.

Sorprende que Miriam siga ahí con grave riesgo para su salud sin que se procure una solución, la que las partes consideren satisfactoria. Miriam es una metáfora dolorosa de millones de personas que han perdido su puesto de trabajo. No voy a alentarla a que ponga en riesgo su salud, pero SÍ a luchar por lo que considere justo. Ella que siempre ha luchado por los demás, ahora le toca luchar por ella, por su familia. No se merece el silencio de la noche y el frío del suelo donde el esperanzador verde de su tienda grita su rebeldía.

Creo que se puede decir más alto pero no más claro.

Miriam, para mí eres un ejemplo de tesón, valentía, fortaleza, lucidez y constancia. De resistencia pacífica, de lucha ejemplar. Sabes que cuentas con mi apoyo y mi cariño y espero que la vida nos permita seguir creando alianzas entre el feminismo y otros activismos y que tu ejemplo nos sirva de inspiración para recordar que la única batalla que se pierde es la que no se lucha.

Sólo espero que la pasión de Miriam se convierta en pasión de afectos compartidos y no de padecimientos innecesarios por culpa de un sistema injusto. Ya hay bastantes personas «crucificadas» por el sistema, no podemos permitirnos el «lujo» de tener una víctima más.

En el cielo de las feministas

La vida a veces es muy injusta, siempre nos dejan las mejores. Hoy 2 de marzo, recibimos la peor noticia que nos han podido dar: una compañera de causa se ha ido, después de haber luchado en múltiples batallas, y haber librado la peor con la mayor valentía y coraje que he conocido. No le ha podido ganar la batalla a la muerte, pero nos ha dejado un ejemplo de dignidad, resistencia y amor por la vida que siempre nos acompañará.

La verdad es que hace mucho que dejé de creer en cielos, infiernos o limbos, pero sí estoy segura que a partir de hoy, habrá un lugar especial donde descansará el alma de Mapy y desde donde nos acompañará a las que nos quedamos para seguir librando otras batallas.

Con Mapy compartí espacios desde hace muchos años. Presidenta de la Asociación de Mujeres Jóvenes de Canarias “ADEI”, compartimos la crítica constructiva a las políticas de igualdad del Gobierno de Canarias mientras fue miembra de la Comisión para la Igualdad del entonces denominado Instituto Canario de la Mujer. Integrante del Consejo Municipal de la Mujer del Ayuntamiento de S/C de Tenerife durante varias legislaturas, creamos alianzas para defender la atención a las mujeres del citado municipio.

Desde 2011, compartíamos espacio, manifestaciones y pancarta, complicidades y feminismo afectivo en Contramarea. Hoy es un día triste, demasiado triste para todas las que tuvimos la oportunidad de disfrutar de un pequeño trocito de la vida de Mapy, pero también somos conscientes de que nos ha dejado mucho: su vitalidad, su valentía, su sonrisa, su ironía, su sentido del humor, su lealtad, su compromiso, su amistad,…

De Mapy sólo se me ocurren cosas buenas, y es muy jodido que se nos vayan las buenas y se queden quienes están haciendo de este mundo un lugar inhabitable. Mapy hacía justo lo contrario, irradiaba luz y belleza a quienes la rodeaban y trabajó mucho por la igualdad y por los derechos de las personas desde su profesión, como Trabajadora Social que era.

Las despedidas siempre son difíciles y duras, y más en esta ocasión que nos llega demasiado pronto. Probablemente se me hayan quedado muchísimas cosas en el tintero, seguro, pero ahora es tiempo de llorar las pérdidas y compartir el duelo.

Mapy, siempre estarás en nuestra memoria y nuestros corazones. Descansa en paz.

Barcenitis

Informo que se ha descubierto una nueva enfermedad y creo que la sufro desde hace semanas, se llama «Barcenitis» y por ello he estado ausente de mi blog. Espero recuperarme pronto y volver a escribir algo con fundamento, en diferido o simulado. Eso sí, para acelerar la curación me han recetado unos cuantos sobres, cuanto más abultados mejor (se agradecería la colaboración de todxs lxs lectorxs de este modesto blog). Hasta mi, espero que pronta, recuperación, os dejo con un vídeo muy «instructivo»: http://www.youtube.com/watch?v=S4KzKd_BMOo

El valor del trabajo o la ética de la redistribución equitativa

Enero llegó a mi vida cual Rocío Jurado, “como una ola”, o más bien como un tsunami de nuevos recortes y vulneración de derechos. Ha sido un mes de frenética actividad en la defensa de lo que la clase trabajadora consideraba impensable hace unos años: perder salario, poder adquisitivo y derechos que creíamos conquistados e inamovibles. Y mientras eso sucedía cada día la prensa nos “deleitaba” con un nuevo plato fuerte de corrupción e inequidad política. Mientras nuestro dinero desaparecía de nuestras nóminas, veíamos cómo las cuentas suizas de impresentables corruptos engordaban de forma directamente proporcional a la merma de derechos de la ciudadanía.

Para quien no lo sepa, en la Comunidad Canaria, la Ley 10/2012, de 29 de diciembre, de Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de Canarias para 2013, estipulaba que durante todo este año, y como medida de ahorro para evitar despidos (¡¡!!), todo el personal laboral temporal o indefinido por sentencia y funcionariado interino de la Comunidad Autónoma perdía el 20% de su salario (10% si la jornada laboral era inferior a 25 horas), eso sí, con la medida de “gracia” de la proporcional disminución del horario de trabajo, no vaya a ser que consolidemos normativamente la esclavitud.

Pero como quienes dictan las leyes en los gobiernos (en cualquier gobierno) parecen desconocer la realidad de su ciudadanía, la Ley de Presupuestos ha contribuido, no sólo a generar el consiguiente malestar y desesperación en las 3.300 personas afectadas, sino a construir cada vez mayores desigualdades entre el personal al servicio de la Administración Pública.

No sé si seré yo la única persona con una lógica extraña en esta Comunidad Autónoma pero voy a plantear unas hipótesis y un razonamiento que entiendo que hubiera sido el más acertado a la hora de tomar medidas de contención del gasto público.

En Canarias, según datos de 2011, trabajan 130.000 empleadas y empleados públicos, si en lugar de reducirle el sueldo un 20% a 3.300, de los cuales la mayor parte pertenecen al ámbito educativo, y para mayor inri son mujeres, se le reduce un 1% o un 2% a todo el personal público, se ahorra más y se afecta menos la situación económica de personas que ya están cubriendo necesidades de forma ajustada. Si una vigilante de comedor escolar, que ya está en precario ganando unos 500 €, pierde 50 € supone que durante una semana no come, porque 50 €, aunque a ciertos/as políticos/as les pueda parecer sorprendente, suponen una compra semanal de alimentos de primera necesidad para una familia. Si a una mujer profesional, clase media, trabajadora responsable, que gana 1.500 € y que sostiene de forma ajustada una hipoteca de 500 € y dos churumbeles, le restamos 300 € de sueldo (el famoso 20%) la podemos dejar en la indigencia. Pero estas cosas de lógica matemática (y eso que una es de letras), parecen no planteárselas quienes nos gobiernan, ni siquiera los sindicatos que dicen defender los derechos de las trabajadoras y trabajadores.

Esta sería la lógica de andar por casa: ¿por qué en lugar de reducir un 20% a 3.300 personas se le reduce un 1% a 130.000 y como personal público, independientemente del tipo de contrato, arrimamos todos y todas el hombro para salir de la crisis? Porque, y esta sería la lógica política, es más rentable políticamente joder a 3.300 que a 130.000. Y si no, hagamos un cálculo en número de votos.

Yo sigo creyendo en la bondad de la gente y no me creo que haya gente tan egoísta que prefiera evitar que le descuenten 10 € de su nómina, mientras a una compañera de trabajo de su mismo equipo le descuentan 400 €. No sé si un descuento de 10 € a todo el personal público hubiera sido impopular, tal vez, pero sí tengo claro que hubiera sido más justo. Y porque además hay otro elemento en juego: hay que revalorizar el desempeño público, yo creo en lo público, y creo que las personas que trabajamos en cualquier ámbito de la administración estamos al servicio de la ciudadanía, y no al revés. Estas medidas lo único que consiguen es generar un discurso y una postura contraria a las/os trabajadoras/es públicos: que si no trabajamos, que si estamos todo el día tocándonos las narices, que si nunca estamos en nuestro puesto,… y puede que existan personas así, pero yo puedo asegurar que, al menos en el ámbito educativo que es el que conozco, se trabaja, y mucho. Hay instrumentos e indicadores que miden la productividad del personal, que se apliquen en la Administración Pública y si alguien se está tocando las narices que se vaya, pero no me parece justo que paguemos todos/as por unos/as pocos/as.

Pero sigamos con otro tipo de lógica, aún más redistributiva, ¿por qué en lugar de recortar un 20% de las personas más vulnerables del personal público no recortamos proporcionalmente el salario de aquellas que ganan más hasta llegar a quien gana menos? Un ejemplo:

–          Personal político (con retribuciones habituales en torno a 6.000 € si contamos dietas y demás emolumentos, y que también son, no lo olvidemos, personal público): Un 20%

–          Personal público del grupo A: un 3%

–          Personal público del grupo B: un 2%

–          Personal público del grupo C: un 1%

–          Personal público de los grupos inferiores al C: un 0,5%

¿No sería más justo? Porque ¿cuánto vale nuestro trabajo? ¿Por qué el trabajo de una vigilante de comedor tiene menos valor que el gerente de una empresa pública que gana una pasta gansa? ¿Acaso la vigilante de comedor no cubre un función social vital que es garantizar que nuestros hijos e hijas coman a gusto, con tranquilidad, sin prisas,…? Algo que ahora con la reducción de jornada va a ser un tanto difícil de garantizar, pero no importa, la infancia no vota. Veamos el valor de otros trabajos:

–  “Asesor” de un político: características del puesto: hacer recados, pasar diapositivas a una concejala, hablar por teléfono constantemente y pasearse de despacho en despacho: 50.000 €/año. Requisitos para ocupar el puesto: haber pasado por la cárcel tras conducir sin puntos en el carnet y provocar la muerte de los pasajeros que iban en el coche (Sí, hablo de Carromero, pero hay demasiados Carromeros en el mundo aunque no hayan perdido los puntos del carnet ni matado a nadie).

–  Trabajadora Social (que trabaje con menores, por ejemplo): características del puesto: valorar e intervenir ante situaciones de desprotección en la infancia (malos tratos, abusos sexuales…), intervenir con familias en situación de riesgo o vulnerabilidad para provocar cambios y mejoras en las dinámicas familiares, prevenir el absentismo escolar, determinar los recursos especializados necesarios para abordar la problemática social detectada, planificar, coordinar recursos, escuchar, informar, asesorar, derivar,… (y un sinfín de funciones que no cabrían en este post): 18.000 €/año (con suerte). Requisitos para ocupar el puesto: carrera universitaria (terminada, claro), formación complementaria especializada en el puesto de trabajo a desempeñar, reciclaje profesional permanente, oposición o concurso para acceder al puesto,…

Como dijo “Sorkunde” hace muchos años, “si esto te parece justo, o eres tonto o eres injusto”.

Creo que la población aceptaría recortes equitativos si viera que quienes los imponen son los primeros en dar ejemplo, aceptaría “apretarse el cinturón” si viera que el desempleo disminuye en lugar de aumentar, aceptaría perder un poco si supone que ganamos todas y todos. Pero cuando la población ve que quienes ganan son siempre la misma minoría y quienes se empobrecen empiezan a ser legión, el nivel de hartazgo aumenta hasta niveles preocupantes, y el cinturón empieza a ser usado para atarlo alrededor del cuello en lugar de a la cintura 🙁

El 23 de febrero está convocada una movilización estatal de todas las mareas contra los recortes, si no tomamos las calles masivamente y manifestamos nuestro rechazo a las políticas que lesionan derechos fundamentales de ciudadanía, está claro que nos merecemos que nos retrotraigan a la época franquista. La única lucha que se pierde es la que se abandona, no podemos abandonar hasta que nuestros derechos se vean restablecidos.

NOTA: Si bien he hecho una generalización de la actuación política respecto a la medida de reducción del 20%, lo cierto es que soy consciente del rechazo de ciertas mujeres y hombres con responsabilidades políticas a esta medida y el apoyo que están mostrando a trabajadoras/es afectadas/os. Esas actuaciones individuales son de agradecer, aunque supongan una gota de agua en el mar de los intereses, el oportunismo y la corrupción política que nos invade. Quizás se deberían publicitar más las buenas prácticas políticas frente a las noticias que están generando en la ciudadanía mayor desconfianza y desafección hacia la mal llamada “clase política”.

El año de las mareas

El último día de 2012 se ha despertado frío y oscuro, tal vez ha querido reflejar de forma simbólica lo que ha sido este año.  La frialdad de un Gobierno que no ha dudado ni un segundo en mermar la calidad de vida de la ciudadanía que dice representar y sumir en la desesperanza a millones de personas. Pero frente a eso también ha sido el año de la reactivación del activismo, de los colores de las mareas frente a la oscuridad de un Gobierno gris e incompetente.

Comenzamos febrero tiñendo las calles de violeta, la marea violeta contra los recortes en políticas de igualdad ha estado presente en todas las movilizaciones que se han llevado a cabo a lo largo de 2012 en todos los puntos de nuestro país. Compartimos calles con el verde de la educación, el verde que simboliza la esperanza de que un cambio es posible y que toda transformación ha de contar con una educación pública, coeducativa, laica y de calidad para todxs. Compartimos el naranja contra los recortes en Servicios Sociales, un pilar fundamental del Estado de Bienestar que está profundamente dañado «gracias» a las políticas conservadoras de la derecha más rancia. Compartimos el blanco de la sanidad pública, gratuita y universal frente a la mercantilización y privatización de la misma. Compartimos el negro del duelo por la pérdida de derechos, por la pérdida de empleos,… con la minería, con el personal de la Administración Pública. Compartimos el amarillo de la cultura, de las bibliotecas públicas, de la necesidad de acceso libre y gratuito al conocimiento. Compartimos el rojo de la lucha obrera, de la lucha sindical, de la lucha de una izquierda demasiado desunida frente al bloque pétreo y el rodillo de la mayoría absoluta. Y compartimos los colores de la bandera del Arco Iris, de la diversidad afectivo-sexual, en un año que ha supuesto el reconocimiento constitucional del matrimonio igualitario.

2012 ha sido para el des-Gobierno el año de la venta de la marca «España» como garantía de solvencia y de que «aquí no pasa nada», mientras vivíamos la infamia de la inhabilitación de Garzón al tiempo que los corruptos campaban a sus anchas, mientras se modificaban leyes para que mafiosos como Adelson se instalaran en nuestro país al tiempo que el peso de la ley caía siempre sobre los/as mismos/as, quienes menos tienen (2013 será el año del tasazo judicial por el que la Justicia ya no será justa).

Mientras 2012 ha sido el año del aumento de la pobreza, de la caída de nuestros país en indicadores sobre igualdad de género, de la salida masiva de jóvenes que buscan un futuro mejor que nuestro país no ofrece (sí, esos/as que viajan por «espíritu aventurero»),… 2013 se espera aún peor. Y no es que una sea pesimista por naturaleza, que también, es que me temo que es en lo único que no nos está mintiendo el Gobierno, que nos prepara «psicológicamente» para nuevos recortes de derechos.

Pero frente al estrangulamiento gubernamental, nuestros colores seguirán vivos y más fuertes que nunca. Ojalá 2013 sea el año de la unión, de las redes, de las mezclas de colores por una lucha común, hoy más que nunca no nos puede vencer el miedo o la desesperanza.

Brindemos por un 2013 cargado de activismo y de igualdad compartida. ¡Feliz año!

No es país para sinWERTgüenzas

Pensaba titular esta pequeña reflexión «No es país para gente decente», parafraseando la peli de los hermanos Coen (que por cierto, aún no he visto), pero como creo que la gente decente sí tiene (tenemos) un hueco en este país, y lo que sobra es la escoria, los/as indecentes, los ladrones de guante blanco, los mangantes, estafadores, vividores y explotadores del dolor ajeno, pues eso, al final en un arranque de optimismo, impropio en mí, lo titulo en positivo.

Este post viene motivado porque cada vez más me siento menos orgullosa de ser española, en la época de Aznar y el trío de las Azores me pasaba lo mismo. El mamoneo gobernante me produce una sensación de desasosiego y frustración importante, la desfachatez de los fachas (de quienes siempre pienso que no puede llegar más lejos y siempre me equivoco) es tal, que no entiendo cómo todavía puedo seguir abriendo la prensa sin salir corriendo a vomitar. En los últimos días hemos asistido a frases memorables. Después del «que se jodan» de Andrea Fabra, nos llega la inefable Secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, diciendo que lxs jóvenes en este país no emigran por falta de oportunidades sino por «espíritu aventurero«, o la «simpática» diputada del Parlamento valenciano, Pilar Sol, que aseguró que lxs pobres gastan las prestaciones sociales en teles de plasma, o el desvergonzado Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty, que tras la que hay montada en Madrid para protestar contra la privatización de la sanidad madrileña, afirma que la acción de «abrazar los hospitales» como símbolo del apoyo a la pública es «una muestra de afecto«. ¡¡¡Y se quedan tan anchos!!!

Es que les da igual todo, les da igual que la sanidad madrileña esté en pie de guerra, les da igual dejar a casi toda la plantilla de TeleMadrid en la puñetera calle para colocar a lxs de su cuerda, les da igual incumplir su programa electoral, cargarse la atención a la dependencia, reducir las pensiones, volver a modelos educativos franquistas que no respetan la diversidad lingüística del país,… Lo único que no les da igual es enriquecer a lxs suyos, eso es lo único que les importa. Cuando veo la detención de Díaz Ferrán y la pasta que acumulaba en su casa (y fuera de su casa), se evidencia que no estamos ante una crisis, sino ante un monumental atraco. Pero también les da igual, por mucho que hablemos del reparto de la riqueza, de lo injusto que se está volviendo este país, de la expulsión acelerada de cada vez más familias del sistema, del derrumbe del Estado de Bienestar y el consiguiente aplastamiento de quien pilla debajo, mientras ellxs tengan garantizadas sus prebendas y emolumentos todo estará «bien» (eso sí, a ser posible en torno a 10.000 € al mes, que ser político/a por menos como que no).

Lo de Díaz Ferrán (y lo de todos los «Díaz Ferrán» que aún no conocemos) impulsa a emigrar (y no precisamente por «espíritu aventurero) o coger una metralleta, pero como una es pacifista y tampoco tiene recursos para emigrar, habrá que agudizar el ingenio y el aguante para que lo que nos queda por delante: unidad y resistencia.Y buscar alternativas políticas… esas que en estos momentos no encuentro. ¡¡¡Madina!!! ¿dónde estás? ¿Cabe la posibilidad de que para las próximas elecciones exista un partido político (de izquierdas, por favor) tan cohesionado y tan coherente que se postule como alternativa real a lxs fachas? En estos momentos de desencanto, lo dudo. Igual dentro de algunos post estoy más animada, no sé si será la navidad o la prensa, pero despúes de ver cómo se indulta a torturadores y estafadores y enchironan a un joven rehabilitado por una papelina de nada, y mientras los papeles con la banderita de Europa impresa se acumulan en los bancos suizos, la ausencia de ética y valores me hacen descender a los infiernos.

 

Razones para la huelga

Hay mucha gente que piensa que ir a la huelga no sirve para nada, hay demasiada gente con apuros económicos como para permitirse que le descuenten un día de sueldo, que ya bastante recortado lo tenemos, hay gente que tiene miedo a perder el frágil y precario trabajo que tiene, hay gente que piensa que las políticas de recortes del PP son la única alternativa para salir de la crisis, en fin, hay gente pa’ todo.

Para toda esa gente que no tiene clara la necesidad de la huelga, aquí van algunas razones:

– Porque estamos viviendo un momento «histórico», pero que la historia recordará como la etapa en la que se quebró el bienestar social en España, la época en la que los derechos de ciudadanía fueron aniquilados y el pueblo lo permitió. El sistema se ha convertido en un elemento perverso que en lugar de proteger a la población más vulnerable, garantiza los privilegios de los ricos, expulsando a una velocidad de vértigo a cada vez más personas hacia la exclusión social.

– Porque no estamos ante una crisis, estamos ante una estafa de monumentales proporciones, una guerra económica y un desigual e injusto reparto de la riqueza. Porque las grandes fortunas se incrementan en tiempos de «crisis», mientras la clase trabajadora es asfixiada por el capital.

– Porque los derechos de ciudadanía deben ser universales, porque las personas inmigrantes han de tener derecho a la sanidad pública.

– Porque las mujeres estamos retrocediendo en derechos a épocas preconstitucionales, estando en juego en estos momentos los derechos sexuales y reproductivos que tanto nos costó conquistar.

– Porque la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales deben ser los rescatados y no los bancos.

– Porque la Vivienda es un derecho constitucional que se está vulnerando a diario.

– Porque vivimos en un país con casi 6 millones de personas en paro mientras las grandes empresas aumentan sus beneficios.

– Porque si paralizamos el país con una respuesta masiva, tal vez la mayoría absoluta que nos aplasta se replantee algún cambio, por mínimo que sea, pero si no hacemos nada y seguimos actuando como «borreguitos y borreguitas», nos seguirán machacando hasta que sea demasiado tarde para reaccionar.

– Porque de nuestras acciones presentes, depende nuestro futuro.

Por todas estas razones, y muchas más, me iré a la huelga el 14 de noviembre.

La educación de las niñas

El pasado día 11 se conmemoró por primera vez el «Día Internacional de la Niña«, a propuesta de Naciones Unidas, para recordar que el empoderamiento de las niñas y la garantía de sus derechos resultan fundamentales para alcanzar los Objetivos del Milenio. El eje de la conmemoración se centró en la toma de conciencia sobre el matrimonio infantil y la necesidad de su erradicación. Bajo el lema «Mi vida, mi derecho», Naciones Unidas recordaba que cada año unos 10 millones de niñas en el mundo son obligadas a casarse y que con el fin de estas uniones forzosas se evitarían los riesgos de violencia, embarazos precoces, infecciones por VIH, así como la mortalidad y discapacidad materna.

Y mientras por primera vez se hacía visible a nivel mundial la falta de derechos de las niñas, una de ellas, Malala Yousufzai era tiroteada en Pakistán por defender, precisamente, el derecho de las niñas a la educación. Resulta verdaderamente terrible cuando se aúnan fanatismo religioso y misoginia, algo a lo que nuestro país parece encaminarse con la presión de la jerarquía eclesiástica para que se anulen derechos de las mujeres ya conquistados como el derecho a decidir libremente sobre nuestro cuerpo y la maternidad. Pero volviendo a Malala, mientras escribo estas líneas pelea por su vida con respiración asistida y se ha convertido en el símbolo de la lucha de las niñas por sus derechos, por algo que hoy entendemos tan básico como es el derecho a la educación, pero que hasta hace un par de siglos no se consideraba importante para las mujeres, es más, se consideraba peligroso e inapropiado.

En Europa no se empieza a garantizar la educación de las niñas hasta el siglo XIX, y en nuestro país hasta comienzos del XX las mujeres no pudieron acceder a la universidad. Eso que actualmente suena «prehistórico» para muchas niñas en el mundo sigue siendo una utopía. Al patriarcado no le gusta que las niñas sean listas, que las mujeres tengan conocimientos que puedan contribuir a desequilibrar las bases del sistema, de ahí que todos los gobiernos dictatoriales hayan preferido mantenernos en la ignorancia o educarnos (o maleducarnos) en las «labores propias de nuestro sexo», recordemos si no la vieja «Enciclopedia Álvarez» y el esforzado trabajo de la Sección Femenina por convertir a las niñas y adolescentes de la dictadura franquista en abnegadas esposas y madres al servicio del marido y de la patria.

Cuando leo noticias como la de Malala pienso en la valentía de tantas niñas que defienden sus derechos en las peores condiciones posibles y en la comodidad de las niñas, y especialmente los niños, de nuestro contexto que teniendo las oportunidades educativas a su alcance no las aprovechan (y digo especialmente los niños porque el abandono y el fracaso escolar incide más en ellos).

Urge que nuestro sistema educativo haga una profunda reflexión sobre el sexismo que pervive en él, pese a la actual educación mixta, y apueste por verdaderas escuelas coeducativas, algo que en los tiempos que corren (de conciertos con centros segregados y de eliminación de valores igualitarios del currículum educativo) se me antoja casi tan utópico como la defensa del derecho a su educación de Malala.

Desde este modesto blog mi apoyo a todas las Malalas del mundo. Mientras exista una sola niña a la que se le impida el derecho a la educación, a la que se obligue a casar contra su voluntad, a la que se maltrate o explote,… no podremos decir que vivimos en un mundo civilizado. Y como decía en un post anterior, la clave: feminismo o barbarie.

Aviso a navegantes (sobre mi post anterior)

Hace cuatro años y medio decidí empezar la aventura de ser bloguera. Este era un sitio tranquilo, pequeño, para amigas/os y compañeras/os que luego se fueron extendiendo un poco más pero siempre de forma muy pausada. Recibo una media de 250 visitas al mes, cosa que a mí me alucina, pero que en el mundo de Internet es bastante poco. Hasta ayer.

En 24 horas, el post publicado ayer recibió alrededor de 500 visitas. He escrito post mucho más duros pero mira tú por dónde este ha detonado una “caza de brujas”, sí, porque muchas de las visitas han ido acompañadas de sus correspondientes comentarios. Nunca había tenido que moderar los comentarios en mi blog. En estos cuatro años sólo había tenido que borrar tres o cuatro, denunciados, por cierto, ante la Guardia Civil por su contenido violento. Hasta hoy.

Supongo que a nadie le gusta que vayan a su casa a insultar, pues, y esto es una perogrullada, este blog es mi casa virtual. Y me pueden llamar fascista, intolerante y todo lo que les apetezca pero no voy a permitir comentarios descalificadores e insultantes en este blog. El insulto y la descalificación no entran dentro de lo que yo considero un debate de interés. Y este blog está pensado para que yo, su autora, escriba sus reflexiones y opiniones sobre diversos temas, sin mayores pretensiones. Entiendo que haya gente que esté en absoluto desacuerdo, pero nadie está obligado a leerlo y/o a opinar descalificando. Hay opiniones discrepantes sobre lo que yo he escrito en unos post que se mantienen, simplemente porque la discrepancia es sana y el insulto ofensivo y violento. Y yo no consiento que ejerzan violencia sobre mí ni sobre ninguna mujer. Hay suficientes foros en Internet para llamarnos “feminazis”, “hembristas”, “enemiga de los portadores del nabo” (esta es flipante), pero este NO es ese foro. No en mi espacio, no en mi casa.

Así pues, a quienes me apremiaban una respuesta aquí la tienen. Si siguieran mi blog verían que suelo escribir una vez al mes porque no me sobra el tiempo precisamente. Me asombra que haya gente a quien le sobre y se pueda dedicar una mañana entera a postear el mismo comentario una y otra vez en numerosas entradas de mi blog. ¡Lo que es no tener nada que hacer! Una, como está entre esa población privilegiada y recortada que aun conserva su empleo, no se puede dedicar las mañanas a responder comentarios ofensivos.

Este es el único alegato que voy a escribir en relación a mi post “El poder del pater familias”. No voy a perder mi tiempo en justificar mis ideas, mis conocimientos o mis posicionamientos públicos con gente intolerante (y va especialmente por algunas personas, no todas las que han enviado comentarios han sido maleducadas, pero sinceramente, no tengo tiempo para responder de forma personalizada).

Siempre me ha asombrado la facilidad con la que algunas personas juzgan y opinan sobre determinados temas sin conocerlos. Yo no me imagino diciéndole a un cirujano: mejor corte por allí, que por aquí creo que no procede, o a un químico: huy! esa fórmula no me gusta, mejor le añades un poco de silicio y una pizca de titanio. Pero hay temas en los que todo el mundo pontifica sin tener repajolera idea. Y uno de ellos es la violencia contra las mujeres.

De verdad que lamento profundamente que la mayoría de personas que han comentado mi post parezcan no saber leer. En mi post hablaba, entre otras cosas, de las consecuencias de la violencia de género en los y las menores, pero en ningún momento he negado que existan mujeres que asesinan a sus hijos/as. Sería absurdo negar o falsear una realidad evidente, soy feminista, no imbécil. El problema es que yo estaba hablando de violencia de género, y el fenómeno de las mujeres que asesinan a sus hijos/as, como cualquier persona que asesine a otra, es execrable y merece toda mi condena, pero no es violencia de género. Así que voy a ofrecer una, espero que didáctica y breve, clase sobre la violencia contra las mujeres:

Hay múltiples formas de violencia (a las que NO voy a aludir, por si alguien no lo ha leído), pero yo soy experta en violencia de género, no en el resto de múltiples formas de violencia. La violencia de género es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, que han conducido a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo. La violencia contra la mujer a lo largo de su ciclo vital dimana especialmente de pautas culturales, en particular de los efectos perjudiciales de algunas prácticas tradicionales o consuetudinarias y de todos los actos de extremismo relacionados con la raza, el sexo, el idioma o la religión que perpetúan la condición inferior que se le asigna a la mujer en la familia, el lugar de trabajo, la comunidad y la sociedad. (Naciones Unidas, Plataforma de Acción de Beijing, 1995)

Las mujeres sufrimos violencia por parte de los hombres por el simple hecho de ser mujeres. Esta violencia adopta múltiples manifestaciones, a saber:

–          Violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico.

–          Agresiones sexuales.

–          Acoso sexual.

–          Tráfico de mujeres con fines de explotación sexual, laboral y matrimonios serviles.

–          Prostitución.

–          Mutilación genital femenina.

–          Violencia contra los derechos sexuales y reproductivos.

–          Hostigamiento en los espacios públicos.

–          Acoso moral.

–          Violencia de género derivada de conflictos armados.

–          Crímenes de honor.

–          Feminicidio.

–          Violencia de género a través del lenguaje sexista y los productos culturales.

–          Violencia de género a través de la publicidad, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.

–          Violencia económica.

–          Violencia institucional.

–          Violencia de género de carácter ritual, pseudo religioso o religioso.

–          Tolerancia social frente a la violencia de género.

Pues bien, dentro de la violencia de género en el ámbito doméstico, a la que también podemos denominar violencia de género, o violencia masculina, en las relaciones de pareja o expareja, se pueden producir los siguientes subtipos de violencia:

–          Violencia física

–          Violencia psicológica

–          Violencia sexual

–          Violencia económica

–          Violencia social

–          Violencia a través de los/as hijos/as, y aquí hemos llegado, por fin!!!, a la forma de violencia a la que aludía en los primeros párrafos de mi post y que entra de lleno en la violencia de género.

 

Y bien “queridos/as” lectores y lectoras, si habéis logrado llegar hasta aquí creo que puede ser fácilmente deducible que:

1)      No odio a los hombres, rechazo un modelo de masculinidad tradicional que ha perjudicado históricamente a las mujeres, pero también a los propios hombres; rechazo el ejercicio de la violencia en sus múltiples formas; rechazo prácticas y modelos no personas.

2)      No apoyo el exterminio de los hombres, aunque reconozco que algunos merecerían estar encerrados en prisión de por vida (no, no apoyo la pena de muerte, ni siquiera la cadena perpetua). (Pero me hace mucha gracia que todavía exista gente que piense que las feministas queremos asesinarlos a todos, esto de los mitos es un tema apasionante)

3)      Sí defiendo un mundo en el que mujeres y hombres podamos convivir en igualdad, respetándonos, en el que las relaciones afectivas se construyan desde la complicidad y el afecto y no desde la opresión y el dominio.

4)       Sí apoyo a cualquier mujer cuya libertad y derechos se vean lesionados por el poder patriarcal.

5)      Y sí, voy a seguir teniendo los comentarios moderados hasta que las aguas vuelvan a su cauce, cesen los insultos y descalificaciones y nos dejen en paz a las que intentamos hacer de este mundo un lugar de convivencia en igualdad.

El poder del «pater familias»

Quizá la noticia del verano que más nos ha revuelto las tripas (dejando al margen los desaguisados del desgobierno) ha sido la confirmación de que los huesos encontrados en la finca «Las Quemadillas» son humanos. Ya hay un cuarto informe que lo corrobora, con lo que las alarmas, efectivamente, se disparan al suponer que el frío y calculador «amantísimo» padre de los niños Ruth y José los pudo asesinar vilmente con el único objetivo de hacer el mayor daño posible a su expareja, Ruth Ortiz. A raíz de este descubrimiento, se publicaron numerosos comentarios en los medios y la gente se rasgaba las vestiduras preguntándose cómo puede existir un ser tan desalmado.

Pero lo cierto es que José Bretón no es el único especimen de estas características. Entre el año 2000 y el 2010, 64 menores perdieron la vida en España a consecuencia de la violencia de género (Fuente: Red Feminista). Porque sí, las niñas y los niños también son víctimas, y en demasiadas ocasiones, mortales. Pero en este, y en otros países, todavía prevalece la mentalidad patriarcal de que un padre es incapaz de hacerle daño a un hijo o una hija, y se olvidan del alto porcentaje de abusos sexuales y esas «minucias» que ocurren en las mejores familias, se olvidan de la misoginia imperante y que el objetivo último es hacer daño a las mujeres, aunque se sacrifiquen a los/as menores en el camino.

El «pater familias» sigue siendo tan importante que el ámbito judicial considera, por ejemplo, que es mejor que un maltratador tenga la custodia de una menor antes que la tenga una mujer víctima de violencia que permanece en un centro de acogida. Se sigue pensando que es mejor ejemplo para un niño o una niña un padre (por muy violento que sea) antes que una madre con dificultades, porque claro, qué mejor para un/a menor que tener el videojuego de última generación que le puede facilitar su papá maltratador pero rico, que la seguridad y el afecto de su mamá pero pobre (a raíz normalmente de que el susodicho maltratador pasa olímpicamente de garantizar pensiones compensadoras). Lo cierto es que el «padre» siempre gana, lo que implica que gana el patriarcado, el machismo y la misoginia.

Y últimamente parece que los «pater familias» están excesivamente empoderados porque encuentran eco político y social para ello. La imposición de la custodia compartida sigue ganando adeptos/as, la denostación del feminismo sigue creciendo, el discurso deslegitimador y violento contra este movimiento que aboga por la igualdad rebosa por diferentes foros de Internet. La última demostración del poder del «pater familias» = patriarcado tiene nombre y apellidos: Alicia Murillo. En las últimas horas hemos asistido desde las redes sociales y páginas web de Internet al acoso y derribo de la feminista. Entre feminazi y puta oscilan las «lindezas» en las que se mueven los machos desaforados, heridos en su orgullo viril por una mujer que se ha atrevido a visibilizar y evidenciar el hostigamiento y acoso que sufrimos las mujeres diariamente en los espacios públicos.

Ya se sabe que todas las mujeres somos putas cuando no cumplimos con los mandatos de género tradicionales, y ahora las que nos rebelamos en lugar de feministas somos feminazis (todo con tal de deslegitimarnos). Y es preocupante el calado de este discurso en la población en general porque tengo la extraña sensación de que en muchos contextos está pesando más el discurso antifeminista que el feminista. Y eso nos tiene que conducir a la reflexión sobre las estrategias que estamos utilizando para llegar a la población y especialmente a las mujeres, a las «normales», no a las académicas, ilustradas y burguesas abanderadas de un feminismo excluyente, sino a las víctimas de violencia, a aquellas cuyos derechos son vulnerados diariamente y que no acaban de ver la relación entre el feminismo y sus problemas cotidianos.

A quienes están materializando el feminismo en la cotidianeidad, como Alicia Murillo, les está costando caro (y esto sin irme a Lydia Cacho y su «abandono» forzado de México que sería objeto de otro post). Pero también está sirviendo para visibilizar que frente a la sinrazón patriarcal, la sororidad también se hace presente en lo virtual y en lo presencial.

Hoy más que nunca, frente a las humillaciones, vejaciones, acosos, privaciones,… violencias que sufrimos las mujeres por parte de una supremacía del macho dominante, es más que procedente recuperar el viejo eslogan de Rosa Luxemburgo, con un pequeño matiz: ¡Feminismo o barbarie!