Militarizando la navidad

Hacía muchos años que no asistía a una Cabalgata de Reyes (una se enteró hace mucho que, al margen de las monarquías al uso, no existen muchos más «reyes magos»), pero este año la «novelería» de ir con unas amigas y la motivación de ver a otras colegas desfilando, hicieron que acudiera a la cabalgata de mi municipio. Y, caray! cómo cambian los tiempos desde que no iba a las cabalgatas…

Pese a que no soy católica y soy profundamente anticlerical, hay que reconocer que el espectáculo de una cabalgata de reyes tiene un halo mágico y de ilusión para la infancia. Se supone que esa cabalgata ha de reproducir (veinte siglos después) el trayecto que hicieron unos magos de Oriente para adorar a un recién nacido llamado Jesús al que le llevaron unos presentes (oro, incienso y mirra) porque sabían que era un personaje muy especial. Hoy se remeda ese hecho regalando «Playstation» con videojuegos violentos a los niños de hoy en día (a las niñas las saturan con «Barbies» y, si tienen suerte, puede que alguna «Nintendo», que al menos, sus juegos son «algo menos violentos» ¿?).

Bueno, pues lo dicho, el tiempo acaba deformando las tradiciones y una se espera en las cabalgatas personajes ataviados de época (es decir, de época de Jesús en Belén y tal) y se encuentra con moteros, coches militares (con militares incluidos dentro – una supone que de «mentirijillas» porque llegan a ser de verdad y ya sería el colmo). Puedo entender lo del barco pirata (porque en el colmo de la imaginación quiero pensar que estaban emulando al de Playmobil), puedo entender lo de los personajes de cuentos infantiles aunque sean sexistas, puedo entender la presencia de los Lunnies y de Mickey y Minnie Mouse en el desfile, pero lo de los militares y moteros superó todas mis expectativas.

Teóricas/os constructivistas afirman que la identidad se construye a través de los modelos que nos rodean y los agentes de socialización (familia, escuela, grupo de iguales, productos culturales, religiones,…) y esos agentes transmiten valores que niños y  niñas van interiorizando desde su más tierna infancia. Modelos que legitiman pensamientos, sentimientos y conductas. ¿Qué puede pensar un niño o una niña de 5 años si ve que a sus majestades de Oriente les precede una caterva de militares y moteros con una estética a cual más agresiva y salvaje? Habrá quien dirá: pero si a los/as niños/as les encanta eso! No, a los niños y niñas no les encanta nada que no hagamos que les encante. Somos las personas adultas quienes tenemos que ser referentes y modelos de la infancia, quienes tenemos que revalorizar la candidez, la ingenuidad y la ternura de un desfile de reyes, obviando la agresividad y la apología de la violencia (había una panda de ¿adolescentes creciditos/as? jugando con una pelota gigante a la que golpeaban con más saña que si fuera su peor enemigo).

Debe ser que me estoy haciendo mayor y que en mi época las cabalgatas se caracterizaban por una profusión de pastorcitos/as y gente vestida de «romanos/as» que iban a llevar sus presentes al «Mesías» que acababa de nacer. Ahora nuestros mesías se llaman «dinero», «play», «Wii», «tele de plasma»,… en resumen: consumismo, individualismo y fugacidad. El precio de la «modernidad líquida» que diría mi recién descubierto Zygmunt Bauman.

Sólo espero que mi municipio (que además se supone que es «progre» ya que gobierna el PSOE) vuelva a la cordura el próximo año y organice una calbagata de reyes «de verdad», no una mezcla de carnaval y feria de variedades. Y no, no me vale la excusa de la crisis. En tiempos de crisis, la imaginación y la capacidad de organización y optimización de recursos deben primar por encima de todo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *