Violencia vicaria y violencia institucional machista, crónica de un encuentro

Los pasados 22 y 23 de marzo tuvo lugar en Barcelona el III Encuentro Estatal de Violencia Vicaria y Violencia de Género Institucional en España; se puede consultar el encuentro íntegro del primer día aquí y el del segundo día aquí 

Dos años antes de este encuentro, en 2021, Celia Garrido, una de las alma máter del mismo, se preguntaba en este artículo por qué la lucha de las madres protectoras no se ha convertido en la lucha de todas, y apelaba a la organización del movimiento feminista para poner freno a la impunidad con la que los maltratadores abusan y maltratan a las criaturas para seguir manteniendo el poder sobre la mujer y sus hijos e hijas. Porque de eso se trató en el encuentro, de cómo los violentos cometen el daño extremo de la violencia machista a través de las niñas, niños y adolescentes, y cómo la maquinaria del sistema patriarcal, sostenido en las instituciones que han de proteger y garantizar derechos a las mujeres y sus criaturas, las arrolla en los momentos de mayor vulnerabilidad. 

Con datos y testimonios desgarradores, se fueron desgranando durante dos intensos días algunas informaciones como estas:

  • Más de un millón seiscientos mil niñas, niños y adolescentes (en adelante NNA) sufren violencias machistas en España. Sólo en el 12,7% de los casos se suspende el régimen de visitas a un padre maltratador, por lo que, casi un 88% de NNA que no tendrían que ver a su agresor lo siguen viendo sin que el incumplimiento de la ley por parte de la justicia española pase factura, en ocasiones la pasa demasiado tarde (recuérdese el caso de Ángeles González Carreño). (Ana Mª González Lupión, trabajadora social)
  • La violencia machista es la primera causa de reducción de calidad de vida, daño y muerte para las mujeres. Las consecuencias neuropsicológicas de esta violencia apenas han sido estudiadas pero, de lo poco que se sabe, es que el daño cerebral que sufren estas mujeres es mayor que el de atletas y veteranos de Afganistán juntos… El daño neuropsicológico se deriva de cuatro aspectos (por separado, combinados o a la vez): estrés mantenido, trastorno de estrés postraumático, traumatismo craneoencefálico y estrangulamiento. La única población en el mundo que puede sufrir todo esto junto son las mujeres. Las consecuencias son devastadoras para la memoria, la capacidad de tomar decisiones, de organización de la vida cotidiana y en la salud mental, entre otras. (Natalia Hidalgo Ruzzante, psicóloga)
  • Un maltratador JAMÁS será un buen padre, los estudios apuntan que en caso de progenitores no custodios, el incumplimiento de acuerdos, las negligencias en los cuidados, la disrupción en la relación materno-filial y las agresiones y el control superan el 60% (ej. un 81% de progenitores no se responsabilizan de las obligaciones escolares de sus criaturas, un 86% rompe rutinas de sueño y alimentación, un 98% habla mal de las madres delante de sus hijos e hijas,…) No se deben desestimar las amenazas del tipo “te quitaré a lo que más quieres”. (Eva Haro Laguna, psicóloga)
  • El sistema judicial español (y el de otros países también) NO está protegiendo a la infancia. Se sigue aplicando el falso síndrome de alienación parental, se cuestiona la credibilidad de las mujeres y niñas, niños y adolescentes y no se respeta su voluntad de no querer ver a su agresor. No se escucha a la infancia y cuando se hace no se la cree. (Isabel Giménez García, jueza. Anna Fábregas Martori, pediatra)
  • La atención a las mujeres que sufren violencia no puede estar condicionada a la denuncia; urge la aplicación de protocolos y buenas prácticas para atender la violencia machista contra la infancia desde el sistema sanitario y otros sistemas (ej. el Protocolo de La Rioja). (Toñi Aretio, trabajadora social).
  • Se cuestionan las figuras de coordinación de parentalidad o los puntos de encuentro familiar si no tienen formación especializada en perspectiva de género, de infancia y derechos humanos. De hecho, las madres protectoras demandan la supresión de la primera figura. (Belén Gallo García, médica forense)
  • No se puede eliminar la discriminación si hay violencia, hay que poner la violencia en el centro para poder erradicarla. Los crímenes de odio contra las mujeres generan placer en quienes los ejercen y destrucción en quienes los sufren, las mujeres tenemos el derecho a vivir una vida libre de violencias, a vivir en paz. (Marcela Lagarde de Los Ríos, antropóloga)

Es imposible resumir en un post, que pretende ser breve, lo vivido allí; escuchar los testimonios de hijas e hijos que sufrieron arrancamiento de sus madres protectoras para caer en los brazos de sus agresores, con el beneplácito de la administración fue muy duro, como dura fue la obra teatral “Arrancamiento” que representó Pamela Palenciano y que refleja con crudeza y realismo el calvario que atraviesan las mujeres que sólo pretenden proteger a sus criaturas de maltratadores y agresores sexuales.

El encuentro concluyó con la lectura de la Declaración de Barcelona, que se puede consultar y apoyar pinchando en el enlace.

Pero si hubo algo que me provocó mucha tristeza y vergüenza ajena, fue la pésima valoración que hacen de los Servicios Sociales las madres protectoras; el sistema que tendría que ser acogedor por excelencia es el que más cuestiona y desprotege a las mujeres y a sus hijas e hijos (véanse las fotos que ilustran el post del estudio presentado por Eva Haro Laguna).

Después de Barcelona, y aprovechando las vacaciones de semana santa, me fui a ver amigas por la península, y paradójicamente, se repitió la misma visión negativa de los Servicios Sociales, esta vez en A Coruña; dos de mis mejores amigas, usuarias de este sistema por diferentes motivos y ambas con la misma sensación de trato inaceptable. Yo sólo espero que sean “hechos aislados”, pero empiezan a ser demasiados. Soy consciente de la saturación que vivimos, pero eso no es obstáculo para atender a las mujeres con una mirada feminista y un trato digno. Ya nos violenta bastante el patriarcado como para tener que aguantar violencias de los sistemas que nos deberían cuidar y garantizar nuestros derechos. No me cansaré de repetirlo: hay que creer a las mujeres y a la infancia, les va la vida, nos va la vida en ello.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *