Hechos, no palabras. Reflexiones preelectorales

Cuando dejé el activismo feminista dije que seguiría siendo feminista a pesar de las feministas (aunque lo correcto es matizar: a pesar de algunas feministas). En el feminismo he conocido las pensadoras más lúcidas y las mujeres más maravillosas del mundo y también a quienes se dicen feministas y acaban haciendo políticas en contra de nuestros derechos y bienestar. Por eso, a partir de ahora creo que es más importante fijarnos en los actos más que en las palabras, especialmente en momentos en los que la mentira se ha instalado en nuestras vidas como forma de comunicación política. 

Vivimos tiempos complicados en los que corremos el riesgo de retroceder en derechos y libertades a épocas muy oscuras; lo paradójico de esto es que, mientras toda la información del mundo está a un clic de ratón, cada vez más gente sigue creyendo en teorías conspiranoicas, en bulos, mentiras y manipulaciones y, lo más preocupante, votando a partidos que mienten descaradamente y no ocultan que sus intenciones van contra los derechos de la clase trabajadora. Ante esto, creo que muchas personas sentimos algo parecido a lo que Seligman denominó “indefensión aprendida”, hagamos lo que hagamos no podemos controlar la situación aversiva por lo que no hacemos nada y nos dejamos llevar… ¿Qué está ocurriendo para que medio país vaya a votar en contra de la revalorización del SMI, de las pensiones, del incremento del empleo, de la lucha contra el cambio climático,…? ¿Tal vez que perciben que las fuerzas progresistas no están haciendo lo suficiente? Cierto, pero el no hacer lo suficiente, ¿es razón para votar a quienes claramente no harán nada positivo en favor de los servicios públicos o de los derechos de ciudadanía? ¿Por qué tenemos tan escasa memoria histórica?

Como feminista estoy muy enfadada porque creo que, desde el que se dice “el gobierno más feminista de la historia”, no se han priorizado las políticas contra las violencias machistas y los recursos siguen siendo totalmente insuficientes. Pero también soy consciente de la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas y sí sé la diferencia abismal que existe entre las gobernadas históricamente por el PP (ej. Galicia) de otras en las que ha habido alternancia de otras fuerzas políticas (Canarias sin ir más lejos). Un ejemplo de este mes de julio: En A Coruña, con algo más de 247.000 habitantes, no hay ni un solo grupo de apoyo para mujeres víctimas de violencia, que sí existen en otras zonas de la geografía, normalmente gobernadas por fuerzas progresistas. Es cierto que las listas de espera para una atención inmediata siguen existiendo, pero tengo claro que con un gobierno progresista va a seguir existiendo esa atención y con un gobierno de ultraderecha no. ¿Qué elegimos? ¿Algo, aunque sea escaso, o la nada? Hemos de elegir los mínimos, y seguir peleando para que esos mínimos se conviertan en máximos.

Como feminista hay políticas que no me gustan, que me parecen insuficientes,… pero además de feminista soy una ciudadana consciente y, además de seguir peleando con uñas y dientes por la agenda feminista, creo que hay otro tipo de políticas que también benefician a las mujeres (pensiones, empleo, vivienda, atención a la discapacidad, salario mínimo, medioambiente,…) porque, en definitiva, nosotras estamos en todas partes. Por tanto, aquí se trata de elegir el bien común, lo menos malo, aunque duela, en apostar por quienes tendrán más capacidad de hacer políticas traducibles en la mejora de la vida de la gente. A mí ya me da igual lo que me diga un político o una política, me importa lo que hagan. Poniéndome un poco bíblica, recurriría a aquella frase que dice “por sus frutos los conoceréis”.

Hagamos que el fruto después del 23 de julio sea dulce y no amargo… Bastantes amarguras se vivieron en el período de guerra civil y posguerra para que vuelvan a repetirse. El fascismo ha vuelto (nunca se fue, realmente), de nosotras y nosotros depende que sea para quedarse…

PD: Con este post me despido hasta septiembre, así que os dejo una canción de resistencia… espero que a la vuelta no tengamos que volver a las barricadas. ¡Feliz verano!

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