Feminismo o barbarie

Hoy es el día de Canarias, se acaba mayo y no me llega la inspiración para escribir un post medianamente decente. Los últimos tres feminicidios del pasado fin de semana me han cercenado la poca motivación que me quedaba; una amiga liada con un maltratador y machistadas varias en mi entorno cercano no contribuyen precisamente a incrementar mi ya escaso optimismo.

He leído en las redes numerosas muestras de indignación ante la sangría constante de mujeres asesinadas, el último análisis de Barbijaputa (lectura obligatoria) es de lo más certero, no van a ser las últimas y no importamos a nadie, salvo a nosotras mismas, y en algunos casos ni eso. Si en este país, o en cualquiera, asesinaran a un hombre por ser hombre cada 5 días (que es la media actual de los asesinatos de mujeres) habrían saltado todas las alarmas y se estarían desarrollando infinidad de medidas para evitarlo. En España, y en el resto del mundo, las mujeres llevamos siendo violentadas sistemáticamente durante siglos, pero aquí seguimos, intentando un Pacto de Estado sin fondos y haciendo minutos de silencio tras cada asesinato. Es a lo máximo que llega la clase política y buena parte de la ciudadanía… Mediocre y lamentable.

El movimiento feminista se articuló en una respuesta masiva contra las violencias el 7 de noviembre de 2015 y Madrid fue el escenario de una de las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan últimamente (junto al “Tren de la Libertad”), un clamor unánime contra la violencia patriarcal. Tras más de un año y decenas de asesinadas en medio, vuelven a sonar en las redes tambores de guerra. Porque sí, es una guerra, nos están matando sistemáticamente, y no, no pretendo librar batallas violentas, la violencia no es nuestra arma, pero esta guerra hay que ganarla a base de buentrato (Sanz, 2016), a base de igualdad, a base de respeto, a base de coherencia, a base de unidad, a base de feminismo,… Y para ello los debates sobre si Ylenia es más o menos feminista me resultan estériles, mientras nos enzarzamos en ver quién tiene el carnet de feminista más brillante nos siguen matando. Y me hastía tanto todo… No quiero decir que los debates ideológicos no sean necesarios, pero últimamente tengo la percepción de que la rivalidad entre distintas corrientes feministas se agranda y el patriarcado se alimenta de ello.

La vida de las mujeres, el derecho a una vida libre de violencia, debe ser el punto uno de la agenda común, y por detrás todo lo demás, incluidas aquellas realidades en las que tenemos desacuerdos constantes. Y es cierto que para llegar a vivir sin violencia tenemos que transitar un camino de políticas de igualdad (hasta ahora con escaso éxito) pero también tenemos que asumir que ese camino no será transitado por numerosas personas y que muchas se han quedado en el camino defendiendo nuestros derechos.

O empezamos a transformar profundamente a las criaturas que ahora se educan, o tendremos feminicidios para rato. Creo que lo que se hace en prevención resulta irrisorio frente al impacto del patriarcado mediático, un taller contra la violencia en un IES no hace nada frente a horas de tronistas, de reggaetón machista o mitos del amor romántico. Tenemos tantos estereotipos, tantos mandatos de género interiorizados, que incluso quienes nos consideramos “más libres” de patriarcado nos enfrentamos día a día con numerosas contradicciones. Así que hay que ir a la raíz, volver a ser “radicales”, recuperar aquello de “lo personal es político”, ponernos la armadura del buentrato y la igualdad y salir a ganar esta guerra.

Termino con dos reflexiones: las redes se han hecho eco de los tuits del padre de una de las últimas víctimas de violencia machista. Un señor que nos llamaba feminazis hasta hace nada ahora clama por el asesinato de su hija, terrible! Pero si todos esos que encuentran que somos tan malas, que el feminismo es lo peor descubrieran que es lo único que hubiera podido salvar su vida, estaríamos dando pasos gigantes hacia la igualdad. Ojalá que esa toma de conciencia por parte de los hombres no tenga que pasar por pérdidas tan dolorosas. Ojalá que quienes están contra la violencia pero aún se muestran tibios o indiferentes con su rechazo público nos acompañen a las feministas en nuestras muestras de repulsa. Porque nosotras sí nos creemos eso de “nos tocan a una, nos tocan a todas”, a ellos todavía les cuesta decir públicamente que no se identifican con la barbarie… ¿o sí lo hacen? Tal vez cuando legitiman un chiste machista, cuando comparten en las redes fotos de mujeres sexualizadas y objetualizadas, cuando miran para otro lado cuando un amigo dice una machistada a una mujer y le quitan hierro al asunto diciendo: “mujer, no seas tan susceptible, era una broma”,… no sean conscientes de que esos pequeños detalles, esas “pequeñas bromas” contribuyen a alimentar a la bestia. El patriarcado no engorda sólo de cadáveres, para llegar ahí ha devorado muchos silencios.

Y la última reflexión la recojo de un post publicado por Rosa Cobo, socióloga feminista, en su muro de Facebook en el día de ayer a raíz de los últimos crímenes por terrorismo machista:

El asesinato de TRES mujeres en 24 horas es una realidad que no podemos soslayar. No es bastante con 1 minuto de silencio ni tampoco con declaraciones públicas. Es un aviso, es una guerra. No podemos hacer como si no hubiesen existido esos asesinatos. Podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que las mujeres estamos solas frente a la violencia masculina. Los partidos de derechas ni siquiera reconocen la existencia de la violencia patriarcal porque no creen en los patriarcados. Los partidos de izquierda son espacios en los que las feministas intentan que su voz se escuche orgánicamente, pero ellos no acaban de reaccionar políticamente. No le conceden a la violencia machista suficiente relevancia como objetivo político. Y no se lo conceden porque saben que sectores importantes de la sociedad no lo ven como un objetivo político prioritario. ¿Algún dirigente de izquierdas ha llamado a Rajoy para decirle que hay que tomar medidas políticas?

Necesitamos nuevas formas de lucha. Necesitamos hacernos oír. Necesitamos enviar mensajes de que no vamos a estar calladas ni tampoco quietas. Mi análisis es que se está librando una guerra contra las mujeres. Si esto es una guerra, tiene que haber respuestas. Sin salir del marco de las acciones pacíficas, tenemos una gran variedad de acciones políticas más radicales que debemos explorar. Y debemos hacerlo todas juntas, sin intentar hegemonizar las acciones políticas que realicemos.

Rosa Cobo Bedía, 29 de mayo de 2017, publicado en Facebook

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *