De Ana a Laura: 18 años de feminicidios en España

El pasado 10 de julio, en plenas fiestas lustrales de mi isla natal, una joven de 26 años era rociada con gasolina y quemada viva por su ex novio, no, no voy a poner presunto, creo que hay suficientes testigos y razones que le atribuyen su culpabilidad. Laura González Lorenzo falleció a las pocas horas de que el asesino David Batista decidiera su destino porque, como en tantas y tantas ocasiones de violencia machista, o era para él o no era para nadie.

Dieciocho años atrás, en 1997, un suceso similar conmocionaba a este país: otro asesino, José Parejo, rociaba también con gasolina y quemaba viva a la que había sufrido con él 40 años de malos tratos, Ana Orantes. La principal diferencia entre Laura y Ana, su edad; la principal similitud, ambas eran mujeres que habían soportado situaciones de violencia de género por períodos de tiempo diferentes, uno más corto y otro más largo, difícil de medir la intensidad y el daño provocado. El mismo método, el mismo dolor en su muerte. Sigue leyendo De Ana a Laura: 18 años de feminicidios en España

Crónicas de verano: lo que pasa en mi piscina

Disfruto del privilegio de vivir en una comunidad con piscina, sí, en esta mierda de mundo en crisis soy una privilegiada, y no por la piscina, sino por tener trabajo, techo y esas cosas que te hacen la vida un poco más fácil.

Cada verano intento bajar a la piscina cuando no hay casi nadie (misantropía veraniega) pero los fines de semana se hace difícil, así que tengo que convivir por un corto espacio de tiempo con un microcosmos que, no sé por qué extraña razón, creo que es un reflejo del mundo exterior. Yo vivo en una burbuja feminista, mis amistades de Facebook (casi 1500) van casi todas en mi onda, estamos contra la violencia, el patriarcado, el capitalismo neoliberal, a favor de la diversidad, de los derechos de las mujeres,… nos cuestionamos el sistema, apoyamos la libertad, la igualdad, la justicia,… en fin, el paraíso. Fuera de la virtualidad, mis redes sociales de apoyo van también en esa línea, conversamos, debatimos, disfrutamos de los pequeños placeres cotidianos como un atardecer o una cerveza con camarones; boicoteamos Mujeres y hombres y viceversa (MHYV) y somos fans de “El Intermedio” o “El Objetivo”, en definitiva, somos de esa gente comprometida con su realidad social y que quiere cambiar el mundo. Sin embargo, creo que somos minoría, una minúscula minoría.

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