Los pequeños detalles

Estoy absolutamente convencida de que la intervención social no puede prescindir de la ética del cuidado, el acompañamiento a las personas en sus procesos vitales, la escucha, el tejer narrativas sobre sus carencias para que, poco a poco, se conviertan en fortalezas y oportunidades de cambio. Concibo una manera de intervenir alejada del control social o de la superioridad técnica, lo que no implica que no apliquemos métodos, técnicas e instrumentos propios en nuestro quehacer profesional; siempre al servicio de las personas, no para hundirlas más de lo que ya llegan a los recursos en los que el Trabajo Social está presente. La intervención social en cualquier contexto, gestione o no prestaciones, no se puede convertir en un mero trámite. Para gestionar una prestación no se necesita a una trabajadora social, el personal administrativo puede introducir datos en un aplicativo perfectamente, pero no se trata de eso, se trata de convertir la gestión en intervención, una intervención concienciadora, que permita a las personas transformar su dificultad en capacidad de agencia. Una alumna en prácticas me comentó hace unos días que la trabajadora social del centro donde se encontraba estaba “atada de pies y manos” y no podía hacer todo lo que le gustaría… Evidentemente, si queremos cambiar el mundo no lo vamos a conseguir (especialmente en estos momentos complejos que nos ha tocado vivir), pero sí es cierto que siempre podemos hacer intervenciones creativas y novedosas si nos potenciamos a nosotras mismas como recurso humano. Independientemente del volumen de recursos económicos que gestionemos, no podemos olvidar que los humanos son los más importantes. Yo puedo gestionar millones de euros y ser una pésima profesional o no gestionar ni un euro y ofrecer respuestas que contribuyen a incrementar el bienestar de las personas. 

En violencias machistas, por ejemplo, ahora que hemos tenido cerca el 25N, sólo con escuchar y creer sin juzgar a las mujeres supervivientes, ya estamos transformando el mundo, al menos su mundo, que ya es bastante. Si además, acompañamos, estamos presentes, movilizamos recursos, reivindicamos frente a las injusticias y desigualdades,… podemos lograr mucho, sólo con ser y estar. Una vez una mujer me dijo que después de pasar por numerosas/os profesionales, por primera vez se sentía escuchada y creída, y tras casi tres horas de entrevista (sí, lo sé, soy una privilegiada, no todo el mundo puede permitirse una primera entrevista de valoración tan larga), se fue de allí mucho mejor de lo que entró, doy fe.

Estas últimas semanas he vivido situaciones diversas que a veces pasan desapercibidas, por eso es tan importante poner el foco en los pequeños detalles, porque sin darnos cuenta, con acciones cotidianas podemos hacer sentir mejor a la gente. Una sonrisa, un abrazo en el momento justo, un acompañamiento en un duelo, hasta un mensaje de texto por el móvil,… todo contribuye a que las personas sientan que no están solas y sepan que, al menos su trabajadora o trabajador social de referencia, está presente. Yo no creo en un trabajo burocratizado de 8:00 a 15:00, tampoco entiendo que tengamos que estar 24 horas, cual farmacia de guardia, porque no somos el 112, pero sí entiendo que nuestro trabajo ha de ser flexible y ha de responder a objetivos, más que a horarios.

A las mujeres, por socialización sexista, se nos ha asignado la compleja y maravillosa tarea de cuidar, y no considero que debamos infravalorarla, todo lo contrario. Sin duda hay que sumar a los hombres a esta tarea, a que ellos también sean capaces de darse cuenta de esos pequeños detalles que te hacen la vida más fácil o te hacen sentir mejor. Si no se suman, ellos se lo pierden, porque nosotras vamos a seguir cultivando el cuidado, la cultura del buentrato y, por supuesto, a seguir reivindicando igualdad.

Finalizo con una anécdota ocurrida hace unas semanas en el contexto educativo donde trabajo. Muchos centros no tienen un lugar acondicionado para sala de reuniones con familias, pero entre aquellos que lo tienen nos podemos encontrar con situaciones para todos los gustos, por ejemplo, montar el espacio de atención a familias en el almacén donde se guardan los productos de la limpieza o de la cafetería … hecho simbólico que refleja la importancia que otorgan a las familias en esos centros. Pero también nos encontramos en otros centros con el lujo de disponer de una salita acondicionada y decorada de forma acogedora. Curiosamente, en la mayoría de los casos, cuando la sala es acogedora parte de un equipo directivo conformado por mujeres y cuando las salas no son acogedoras o son inexistentes parten de equipos directivos conformados por hombres… ahí lo dejo. Bien, como decía, asistí a una reunión en la salita acogedora hace unos cuantos días. Éramos cinco personas, cuatro profesionales y una mami, había cuatro sillas que hacían juego con la mesa, muy cuquis, con su asiento con un cojín acolchado, y una silla verde de madera, de las típicas de aula. Antes de que yo me diera cuenta, una maestra estaba cambiando la silla verde (que era la que le iba a tocar a la mami porque se incorporaba más tarde a la reunión y todas habíamos pillado las acolchadas) por la silla acolchada, cogiendo ella la verde (más incómoda). Este simple gesto puede parecer una tontería, pero no lo es. Transmite el mensaje de la importancia que damos a las familias en los centros, a la comodidad de esa madre, a que se sienta en igual de condiciones que las profesionales presentes,… y me pareció un ejemplo perfecto de esos pequeños detalles cotidianos que pasan desapercibidos pero son los que nos guían hacia unas buenas prácticas.

Cuando el sistema nos ahogue en burocracia, cuando nos sintamos impotentes ante situaciones durísimas y complejas que nos relatan las personas que atendemos, pensemos siempre en el trato que dispensamos y en cómo podemos contribuir a que las mujeres, hombres, jóvenes, niñas, niños,… que acuden a nosotras se sientan mejor de lo que llegaron.

4 comentarios sobre “Los pequeños detalles”

  1. Un conjunto de reflexiones brillantes,
    con indicaciones y pautas, imprescindibles. Me resultó muy potente y útil. Muchísimas gracias María. Como siempre, tus capacidades dando soporte e iluminando caminos

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