La Canarias que sueño

Hoy es el día de Canarias, la tierra que me vio nacer, y aprovechando este día voy a dejar volar la imaginación y pedir deseos; tras 40 años de autonomía y casi 40 de la constitución del primer Parlamento, mucho ha cambiado en nuestro archipiélago, y no sé si precisamente para bien… 

Nunca he sido especialmente patriota, soy canaria por una cuestión evidente, nací aquí, pero siento que pertenezco allí donde me tratan bien, me acogen y donde dejo un trocito del corazón, por tanto, soy también un poco gallega, un poco andaluza, un poco cubana, un poco saharaui,… un poco, o un mucho, ciudadana del mundo.

A lo largo de estas décadas de autonomía territorial, hemos asistido a un desarrollo económico de las islas sin precedentes, el cemento invadió nuestras costas y el turismo se convirtió en la gallina de los huevos de oro, oro que se están quedando unos pocos porque lo que es revertir en la mejora de las condiciones de vida de las personas que residen en Canarias, nada. Vivo en una de las regiones con mayores tasas de pobreza, especialmente infantil, lo que resulta paradójico con la cantidad de millones de turistas que se mueven por aquí (salvo épocas COVID), ¿quiénes se están llevando entonces los beneficios de nuestro paraíso turístico? Pues parece ser que una élite minoritaria a la que lo de redistribuir la riqueza le suena a fábula infantil.

Puestas a soñar en este día, quiero una Canarias sostenible, donde se frenen las construcciones turísticas y se apueste por la ampliación de viviendas sociales, donde los espacios protegidos se respeten, donde el cemento no invada el paisaje ni destruya nuestra fauna y flora autóctona; donde las energías renovables se aprovechen al máximo y no dependamos de proveedores externos. Quiero que se escuche la voz de aquellas personas que luchan por la defensa de su territorio y no la de aquellos poderosos que siguen especulando a costa de desangrar la tierra; quiero transportes públicos eficaces que no colapsen nuestras ya sobrecargadas vías de comunicación; quiero un mar limpio, con control de emisiones, para que la salud y el bienestar de quienes disfruten de él sea lo principal.

Quiero una Canarias que apueste por la igualdad, la justicia social, el respeto y la democracia, alejada de actitudes caciquiles propias del pasado y, en ocasiones, demasiado presentes. Quiero unas islas libres de violencias machistas, donde se valore a las mujeres y niñas; que se respeten las diversidades, especialmente las de personas con discapacidad, y les faciliten la vida eliminando barreras y acercando derechos. Una sociedad que reconozca el talento de sus gentes, que no tengan que seguir emigrando, como hizo mi padre hace mucho, porque aquí no había oportunidades; por ser hija de emigrante, precisamente, quiero una Canarias abierta y acogente, libre de racismo y xenofobia.

Quiero una Canarias con servicios públicos de calidad, donde se cuide al personal al servicio de la ciudadanía, donde los pilares de nuestro bienestar se cimenten en la sanidad, la educación, los servicios sociales, el empleo y la justicia, y donde se construyan redes de solidaridad intergeneracional para aprender de la sabiduría de la gente mayor; donde la infancia pueda crecer libre y en paz porque de ella depende nuestro futuro.

Hoy me permito soñar, mañana ya me despertará la cruel realidad…

Mientras escribo estas líneas, se están entregando los Premios Canarias 2022, encontrándose entre las premiadas mi admirada Elsa López, nada mejor para celebrar este día y estos sueños que algunos de sus versos:

“No tiembles, amor mío,

no vengan a decirnos que todo estaba escrito

en las viejas paredes de la casa.

 

Camina.

Sigue derecha al agua.

Y al llegar a la curva que marca el horizonte

te subes a su lomo y despliegas las velas

que bordé en tu camisa.

 

Allí comienza el viaje que te lleva a la vida.

 

Elsa López (2018): Últimos poemas de amor

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