Derechos sociales y competencia digital

La pandemia por coronavirus ha puesto en evidencia la brecha digital existente en este planeta. El paso al teletrabajo y la priorización de gestiones online en la administración pública ha tenido como consecuencia que miles (o millones) de personas no estén accediendo sus derechos de ciudadanía, por no disponer de los medios tecnológicos ni de las competencias para ello. 

Según UNESCO, en 2018, el 95% de la población mundial vivía en una región del mundo con una cobertura de red móvil de, al menos, 2G y afirma que las competencias digitales son básicas para la inclusión social y el empleo. Tanto en los países en vías de desarrollo como en los países desarrollados, siguen existiendo grandes desigualdades basadas en el estatus socioeconómico, la etnia, el género o la formación académica. En este sentido, la brecha de género es notoria: el porcentaje de mujeres que utilizan internet es un 12% inferior que el de los hombres, y la brecha entre géneros, en materia de utilización de internet, se ha ampliado entre 2013 y 2017, en particular en los países menos desarrollados (Fuente: UNESCO, 2018).

Según el Servicio de Ciencia y Conocimiento de la Unión Europea (2016), hay 21 competencias digitales que toda la ciudadanía debe tener en la actualidad, a saber (para ampliar información):

  1. Navegar, buscar y filtrar datos, información y contenido digital
  2. Evaluación de datos, información y contenido digital
  3. Gestión de datos, información y contenido digital
  4. Interacción a través de tecnologías digitales
  5. Compartir a través de tecnologías digitales
  6. Participar en la ciudadanía a través de las tecnologías digitales
  7. Colaboración a través de tecnologías digitales
  8. Netiqueta
  9. Gestión de la identidad digital
  10. Desarrollo de contenidos digitales
  11. Integración y reelaboración de contenidos digitales
  12. Derechos de autor y licencias
  13. Programación
  14. Protección de dispositivos
  15. Protección de datos personales y privacidad
  16. Protección de la salud y el bienestar
  17. Protección del medio ambiente
  18. Solución de problemas técnicos
  19. Identificación de necesidades y respuestas tecnológicas
  20. Utilizar tecnologías digitales creativamente
  21. Identificación de brechas de competencia digital

Cuando leo esto no dejo de recordar a la abuela de un chico con el que trabajo, Dña. Ana (nombre ficticio), 75 años, que de milagro sabe manejar un móvil para recibir llamadas. ¿Qué va a pasar con todas esas personas mayores, y no tan mayores, cuya competencia sigue siendo analógica y no digital, que siguen queriendo que las atienda una persona y no una máquina? ¿Cómo se van a garantizar los derechos de ciudadanía, el acceso a derechos económicos a aquellas personas que no saben desenvolverse con lo online? Y ¿qué papel vamos a desempeñar desde el Trabajo Social en todo esto?

Una de las funciones principales de nuestra profesión es favorecer que las personas vean garantizados sus derechos y accedan a las cotas más altas de bienestar posible, si en la actualidad ello está mediatizado por lo tecnológico tenemos que garantizar la accesibilidad y seguir permaneciendo cercanas/os, no dejándonos atrapar por la burocracia digital. La presencia y los vínculos con las personas con las que trabajamos son fundamentales; si bien hay herramientas que favorecen nuestra labor (teléfono, correo electrónico, redes tipo whatsapp, aplicaciones para gestionar expedientes sociales,…) no podemos invisibilizarnos tras una pantalla. En estos tiempos pandémicos es una medida de protección, tanto para las/os profesionales como para la gente con la que trabajamos, pero el Trabajo Social es eminentemente relacional, vincular, comunitario, de calle,… Tenemos que volver a salir de los despachos, a conectar con la ciudadanía, a responder no sólo a necesidades económicas (que también), pero tenemos que acompañar procesos que empoderen y que permitan a las personas vincularse presencial y también digitalmente, sin miedo. Creo que una nueva tarea de nuestra profesión es contribuir a cerrar brechas digitales, nos esperan muchos retos por delante y urge una modernización de las administraciones públicas para hacerlas realmente accesibles y desburocratizadas. El Trabajo Social tendría mucho que decir en todo ello.

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