Otra educación es posible… la coeducación como alternativa

El último fin de semana de octubre tuvo lugar en Leganés (Madrid), el I Congreso Internacional en Coeducación y Género. Mucho tiempo sin contar con espacios para reflexionar sobre la educación en igualdad, sus avances y retos de futuro. Así que, como lo prometido es deuda, aquí va una crónica del congreso salpicada con mis propias reflexiones derivadas del mismo. 

Una foto de Carmen Alborch presidió la inauguración, un recuerdo a Mª José Urruzola (gran maestra coeducativa) durante el congreso y una despedida a Dori Fernández en la clausura, compañera feminista fallecida en esos días, pusieron el punto emotivo a un encuentro marcado por lo emocional además de lo cognitivo. Más de 1.000 personas apoyando a “Skolae” el programa coeducativo de la Comunidad Foral de Navarra denostado por la derecha cavernaria o el mismo auditorio en pie gritando “ni una menos” o “yo sí te creo” alimentaron la unión de quienes practicamos la coeducación en nuestro quehacer cotidiano, sintiéndonos solas en muchas ocasiones frente a un sistema que no acaba de transitar de la escuela mixta a una auténticamente coeducativa. Marian Moreno Llaneza, Yolanda García Fernández y Chus López Cañete fueron las artífices de que el congreso fuera una realidad y a las que hay que felicitar por la iniciativa, las ganas y el alma puesta en que todo saliera estupendamente, y como Chus López fue mi gran descubrimiento del Congreso voy a empezar por el final, su ponencia de clausura que no tuvo tiempo de desarrollar pero de la que pude extraer dos ideas importantes para mi propia reflexión (y espero que la de las personas que me leen):

  • López Cañete planteó la necesidad de que la EDUCACIÓN (con mayúscula) fuera verdaderamente coeducativa y que no hiciera falta hablar de coeducación porque esta impregnara y fuera parte intrínseca de la educación. Para ese sueño todavía tendrá que pasar mucho tiempo porque en ocasiones creo que los avances son tan pequeños y los retrocesos tan peligrosos… No hace falta sino leer cómo se siguen transmitiendo estereotipos sexistas en los libros de texto que maneja nuestro alumnado, y para muestra pinchad aquí.
  • La necesidad de evaluar el impacto de las intervenciones y programas coeducativos. Me alegré mucho que Chus hiciera alusión a esto porque así siento que no soy la única “loca” que lo lleva planteando desde hace mucho tiempo. No podemos seguir invirtiendo dinero público en “acciones puntuales” coeducativas sin medir el impacto de las mismas. Es más, no podemos seguir interviniendo con el modelo “paracaidista”, es decir, charla en torno al 25N y 8M y, si te he visto, no me acuerdo. Charlas impartidas por regla general por personas ajenas a los centros que van, caen cual paracaidistas, sueltan el rollo y se van, sin continuidad y sin indicadores previos sobre los que valorar los cambios. Hay que evaluar de forma rigurosa qué transformaciones en las mentalidades sexistas se están produciendo en nuestro alumnado a raíz de las intervenciones realizadas y apostar realmente por formación especializada al profesorado que es quien puede coeducar en la cotidianidad del aula. Formación al profesorado y programas estructurados de larga duración, desde infantil hasta 4º de la ESO (por aludir solo a lo obligatorio, porque diría que hasta la Universidad) que se aplicaran con continuidad, dedicando tiempo, recursos y ganas, y sobre todo, que el profesorado se los crea y no hiciera una actividad puntual porque toca, sino porque formaran parte del currículum, de sus emociones, de sus cogniciones y de sus acciones diarias.

Y del final, volvemos al principio. El congreso lo inauguraron dos de las grandes maestras coeducativas: Amparo Tomé y Marina Subirats que hicieron un recorrido por la historia de la coeducación en España y de las que rescato una frase de Amparo que decía que hay que enseñar a las niñas que el mundo es suyo y a los niños a relacionarse desde la ternura. Paqui Vega aportó los marcos normativos y competenciales que legitiman la coeducación y Carmen Ruiz Repullo nos recordó la historia de Pepa y Pepe y cómo prevenir las violencias machistas, evidenciando cómo responde la escuela ante las mismas:

1) No detectando

2) Detectando pero negando

3) Detectando y apoyando

4) Detectando e interviniendo (situación ideal)

Desgraciadamente muchas escuelas siguen situadas en los primeros y segundos estadios. Para transitar de estadios, prevenir y coeducar, nada mejor que programas estructurados, con perspectiva feminista y estables en el tiempo. Y eso es lo que nos vino a presentar la Consejera de Educación de la Comunidad Navarra, María Solana, y la técnica Pilar Mayo, con el programa “Skolae”, ese del que la derecha dice que fomenta los juegos eróticos en nuestra tierna infancia, y que quienes creemos en la coeducación entendemos que deconstruye los mandatos de género tradicionales y apuesta por fomentar una convivencia respetuosa con la diversidad y bientratante.

Otra de las gratas sorpresas del congreso fue escuchar la palabra de hombres que apuestan por otra masculinidad: Miguel Ángel Arconada y Erick Pescador pusieron voz a un discurso que necesariamente ha de ir calando entre los hombres, pese a las resistencias al cambio. Arconada recordó que “buscamos hombres capaces de convivir con mujeres libres. Hombres autónomos y respetuosos, que compartan la vida, la autoridad y el cuidado con una mujer tan importante y libre como ellos” y destacó que es una idea vomitiva que los hombres se planteen como víctimas del patriarcado, denunciando los privilegios a los que su género tiene que renunciar. Por su parte, Pescador apuntó que la sexualidad sigue siendo la última y más resistente barrera frente el cambio hacia la igualdad real entre mujeres y hombres y remarcó que los hombres no tienen derecho a ocupar el cuerpo de las mujeres. Señaló también que el lugar de los hombres frente a la igualdad es “ver y reparar”, es decir, identificar las desigualdades y reparar los daños causados, “yo soy hombre en tanto en cuanto puedo sostener, representar o renunciar al poder que no me corresponde”, esa renuncia de poderes y privilegios es clave para construir una masculinidad alternativa y sostenible desde la igualdad, frente al amor patriarcal romántico, los hombres han de apostar por el equi-amor, porque “las ranas no se convierten en príncipes”.

Y finalizo esta crónica, haciendo un recorrido por las voces de diferentes mujeres que compartieron sus experiencias coeducativas, desde la poesía, desde la emoción, desde el teatro, desde el análisis mediático,…

Chis Oliveira nos trajo desde Galicia su “Proxecto Bata”, que, como la propia memoria del proyecto explica “es el punto de partida de un proyecto que abarca distintas disciplinas para trabajar con el alumnado sobre la igualdad entre mujeres y hombres. La Bata simboliza el trabajo invisible, no remunerado, sin vacaciones y poco valorado que realizan las mujeres: nuestras madres, abuelas y vecinas; un trabajo diario, lleno de afecto pero también de renuncias, en el que dan el mejor de ellas mismas: todo por amor. El Proyecto Bata nace con la finalidad de conseguir que lo cotidiano, lo personal y lo doméstico entren en la esfera del visible y del reconocimiento, reconocimiento que habitualmente es negado cuando no menospreciado. Es un trabajo que mueve las emociones y mueve nuestros afectos porque al final, todas y todos fuimos cuidadas y cuidados por una mujer que llevaba una bata”. Una iniciativa preciosa que llenó el IES de batas de mujeres, de experiencias y de visibilización y que recibió uno de los Premios Irene, la paz empieza en casa, del Ministerio de Educación. También nos acercó los “Comandos Igualdad”, un trabajo con chicas y chicos de secundaria que se comprometen a defender la igualdad y luchar contra el sexismo y han exportado su experiencia a numerosos centros educativos de Galicia y de otras Comunidades Autónomas.

Por su parte, Elena Fernández nos propuso la voz de mujeres poetas y artistas como Juana Castro, María de San José, Mª Ángeles Pérez López o Judy Chicago para reflexionar sobre cómo seremos oídas las mujeres y la necesidad de tomar la palabra en educación. Isabel Menéndez y Marta Fernández nos ejemplificaron cómo se transmiten los estereotipos sexistas a través de la publicidad y reflexionaron sobre si era posible una publicidad feminista, presentando trabajos de Yolanda Domínguez o Celeste Barber. Recordaron que para trabajar la publicidad con nuestro alumnado podemos aplicar la regla de la inversión, el sano ejemplo de parodiar o la “desglamurización” como arma o la alienación (hacer que lo familiar se convierta en extraño). Y desde Andalucía, Mercedes Sánchez Vico nos ofreció un muestrario de recursos para trabajar la igualdad de género a través de la imagen que se pueden encontrar aquí y entre los que destacamos el documental “Las educadoras” o el corto “Ellas: mujeres que han hecho historia pero no están en la historia”.

Y para finalizar dejo la parte que más me removió emocionalmente: la experiencia de Pamela Palenciano acompañada de Celia Garrido. No había tenido la oportunidad de escuchar a Pamela y la verdad es que llega, tiene una habilidad para enganchar al auditorio prodigiosa y la imagino trabajando con adolescentes y jóvenes y debe ser una pasada. Conocía el monólogo “No sólo duelen los golpes” y mientras redacto esta crónica leo su libro “Si es amor, no duele”, escrito mano a mano con su compañero de vida Iván Larreynaga, un recurso interesante para población adolescente y juvenil. Pero Pamela y Celia plantearon algo en su intervención que enlaza con el inicio de esta crónica: cuando acuden a un centro educativo a “prevenir las violencias machistas” abren puertas que luego, en muchas ocasiones, nadie está detrás para contener, apoyar y trabajar lo que sale ahí. Chicas adolescentes que se sienten concernidas por el monólogo, que viven historias similares y que cuando se acaba el taller igual se sienten igual de solas que cuando lo iniciaron. Y ese es el peligro de las intervenciones paracaidistas, que no hay continuidad, que no hay tiempo dentro del currículum para abordar esas vivencias porque igual la profe sensibilizada con la igualdad es la de biología y tiene que dar el temario y tampoco tiene una formación súperespecializada en intervención ante las violencias machistas. De ahí la importancia, y aquí meto baza con mi eterno caballo de batalla, de contar en los centros educativos con profesionales del Trabajo Social, de la Psicología, de la Educación Social,… que sí tengan formación en género, en violencias patriarcales (como muy bien apuntó Palenciano) y que sí puedan intervenir con las chicas que sufren violencia desde la especialización y no desde la buena voluntad. Hay que reforzar los Equipos de Orientación, hay que diseñar y aplicar protocolos de actuación ante las violencias y hay que apostar por la cultura del buentrato como alternativa frente a las desigualdades de género y las violencias ya nombradas.

Cuando entendamos que la igualdad, el respeto a las diversidades y los buenos tratos han de ser los principios rectores de nuestra labor docente, igual ya no hará falta de hablar de coeducación como decía Chus, y las escuelas se convertirán en espacios libres de violencias, espacios de relación que serán ocupados de forma paritaria por niñas y niños que jugarán a la pelota, saltarán a la comba, dialogarán y cuidarán unos de otras y otras de unos en la misma medida… Y ahora, ¡a por el próximo Congreso!

(Foto: Marian Moreno. Claustro Virtual de Coeducación)

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