Se ríen en nuestra cara

Sí, el patriarcado se ríe en nuestra cara. Hoy ha sido un día en el que he conocido dos noticias muy significativas; la primera hace referencia a los ganadores del premio Planeta, tres hombres escondidos tras un pseudónimo de mujer, que se pusieron Carmen Mola porque les pareció gracioso, porque primero se les ocurrió Carmen y luego uno dijo: “mola” y mira, ahí tenemos a una misteriosa Carmen Mola convertida en novelista de éxito, desenmascarada por un millón de euros, porque donde se pongan un millón de euros, que se quiten los pseudónimos. A ellos les habrá resultado divertido, fijaros que hasta cuando entrevistaban a la oculta Mola, recomendaba novelas de alguno de los no ocultos embaucadores. Durante siglos muchas mujeres tuvieron que ocultarse bajo pseudónimos masculinos, pero a ellas no les parecía divertido, ellas lo hacían porque de otra manera no hubieran podido visibilizar su obra, su pensamiento. Es la diferencia entre la discriminación y el privilegio. 

A lo largo de la historia (desde 1952 hasta la actualidad), el Premio Planeta ha sido otorgado a 17 mujeres y 52 hombres, pero tres avispados han debido sentirse terriblemente oprimidos por una sociedad en la que las mujeres leen más que los hombres que decidieron jugar al despiste, a ver si tras un nombre femenino podían colarnos su misoginia. No deja de resultar curioso que antes que fuera desvelado el misterio de la trinidad masculina, varias mujeres feministas habían dado por hecho que tras Carmen Mola se escondía un hombre (resultó ser mayor masculinidad hegemónica de la esperada), dado que sus textos rezumaban un tufillo machista nada desdeñable.

Hoy me han argumentado que las mujeres también han utilizado pseudónimos masculinos y que mi monumental cabreo se debe a mi animadversión visceral e histórica contra los hombres. Tras reírme un buen rato he argumentado lo siguiente: no, no tengo animadversión contra los hombres, sí contra el patriarcado; no, no me gusta que me tomen el pelo y me estafen, sí me gusta saber quién está detrás de lo que leo porque soy una lectora empedernida y apuesto por leer a mujeres principalmente (no me va a dar la vida para leer todo lo escrito, por tanto, medidas de acción positiva); sí, hay mujeres que se han ocultado bajo pseudónimos masculinos, pero la causa de su acción no es la misma que la de estos tres espabilaos, nuestra causa tiene que ver con siglos de opresión, desigualdad e injusticia, hemos tenido que recurrir a múltiples estrategias (desde vestirnos a nombrarnos como varones) para que nuestras voces e ideas sean consideradas socialmente, nosotras sí sufrimos discriminación, machismo y misoginia, ellos no.

No voy a seguir argumentando porque se escribirán ríos de tinta del Planeta de este año, pero sí voy a la segunda noticia del día (yo la he conocido hoy, aunque es de junio de este año). El youtuber y gran misógino patrio Roma Gallardo afirmó que va a abrir un “night club” llamado 8M (traducido: va a adentrarse en el negocio prostitucional). No sé si era una broma de pésimo gusto o va a materializar en serio la idea, pero es lo más repulsivo que he escuchado últimamente. Ahora que están tan de moda las ofensas a los sentimientos religiosos, ¿no se pueden denunciar las ofensas a los sentimientos feministas? Porque estamos hartas, hartas y rabiosas, y eso no significa odiar a los hombres, significa que estamos hasta el c*ñ* de que se rían en nuestra cara, de que escupan misoginia y machismo y no pase nada, de que nos sigan asesinando, violando y maltratando y nos tachen de histéricas, manipuladoras, brujas, odiahombres o cualquier otra lindeza por el estilo. Los discursos antifeministas están onfire, la ultraderecha los legitima, los youtubers con millones de seguidores/as los alientan, el sistema los reproduce… Y ¿qué vamos a hacer nosotras? Activismo feminista, sólo eso, nada más y nada menos que eso.

2 comentarios sobre “Se ríen en nuestra cara”

Responder a Mónica Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *